"Cuando doy comida a los pobres me llaman santo, cuando pregunto por qué son pobres, me llaman comunista". Dom Helder Cámara. Obispo brasileño.

jueves, 9 de julio de 2015

Las banderas gay ondean en los ayuntamientos.

Ayuntamiento de Villanueva en Julio de 2005. Es visible la bandera gay.
Soy de Cáceres, pero vivo en Villanueva de la Serena. Estoy contento en una población a la que llegué ahora casi nueve años. Entonces era un pueblo grande, al menos cultural y urbanísticamente, ahora es una ciudad pequeña, y lo digo en el más amplio sentido de la palabra. Hay cosas mal hechas, pero muchas más bien hechas, y el pueblo habla elecciones tras elecciones. El resultado de éstas en Villanueva es inapelable. Vivo en una ciudad con calidad de vida, agradable y limpia, pero además progresista. El otro día, caminaba hacia la academia de inglés donde mis hijas mejoran el conocimiento de esa "lengua bárbara" cuando al girar mi cabeza pude clavar mi mirada en el ayuntamiento. Generalmente me traen al fresco las dichosas banderas que ondean en los sitios oficiales, pero en milésimas comprobé que allí había algo más, algo que no cuadraba, en poco tiempo mi sorpresa se convirtió en verdadera satisfacción, la bandera del colectivo homosexual estaba allí. Sentí orgullo de vivir en la que ya es mi ciudad, la verdad es que me emocioné un poco, soy más ñoño de lo que parece. Al venir con mi hija de vuelta volví a pasar por el mismo lugar, y se lo indiqué a mi hija: "Hay que sentirse orgullosos de que esa bandera ondee en un lugar público". A mis hijas les educo en que no hay nadie que sea más que nadie, así me educaron a mí personas que ni siquiera pudieron ir a la escuela, señal de que la tolerancia no es privativa de las personas con cultura. A mis hijas las educo en que nadie tiene que sentir miedo a decir lo que es, lo que piensa, lo que ama... Les enseño que algunos, que ahora por cierto van de demócratas, todavía encerraban a las personas por amar "inadecuadamente", porque no eran como se debía ser, es decir como ellos habían decidido desde hace siglos que teníamos que ser. Mucha gente ha sufrido, no solo por decir lo que eran, sino las más de las veces por taparlo, con lo que se traicionaban a sí mismo, lo que es como morir en vida. Y ahora esa bandera ondea en una población pequeña de la región más atrasada de un país que ha sido hasta hace poco "la reserva espiritual de Occidente". Tantos cambios es lógico que traigan a algunos de cabeza. Y también, que otros se unan a un carro por pura conveniencia, los gay votan en las elecciones (el PP de Villanueva ha apoyado la decisión, aunque es evidente que ellos no la hubieran tomado). Hoy son muchos los que dicen, olvidando sus propias palabras hace solo veinte o treinta años, que ellos también aprecian a los homosexuales, defienden sus derechos, pero eso es una cosa, y otra muy diferente, es que toleren su visibilidad, esta les resulta insultante y abusiva, casi agresiva. Saben que la lucha de los gays y lesbiana no es ahora por sus derechos, es por la normalidad y eso implica hacerse totalmente visibles, es la naturalidad. Por eso, banderas ondeando en un ayuntamiento, como de la que hablamos, es tan importante para muchos, y tan excesiva para otros. 
Y entonces miró un poco para atrás, y me acuerdo de una de las leyes que más he valorado en la historia contemporánea de España, la ley del matrimonio homosexual que puso el socialista Zapatero en 2005. Y me doy cuenta de que a veces no son las sociedades las que hacen las leyes, sino que a veces son las leyes las que ayudan a construir sociedades, las que se ponen en la vanguardia y permiten estimular a las sociedades hacia el cambio. Este es el caso. Y me acuerdo de la II República, que en tantos aspectos actúo igual, tratando de modernizar España desde la política y las leyes, cambiarla y mejorarla. Una II República que trato de hacer visibles a los invisibles, a los jornaleros, a las mujeres, a los analfabetos... Ese es el espíritu que deben tener los gobernantes y los políticos, a veces las sociedades necesitan un estímulo, no esperar que la mayorìa social demande algo, sino conducirla hacia ese algo sin espera: hacer visibles a los que nunca tuvieron derechos y que el resto lo asuma con naturalidad. ¡Chapó alcalde!